Una novela dista mucho de una fotografía, aunque ambas tengan un escenario. En dependencia de los géneros literarios, donde subyacen ciertos códigos, y en la intención del autor, este escenario de por sí interactúa con los personajes despertando emociones que se transmiten al lector.
Estas emociones que rodean a los protagonistas y se transmiten al lector conforman de por sí la atmósfera literaria, que busca jugar con el aspecto psicológico para lograr una experiencia de total inmersión, que haga que no podamos quitar los ojos de las páginas mientras en nuestras mentes sentimos realmente la trama.
La descripción y la atmósfera literaria
Crear la atmósfera literaria forma parte del trabajo de escritor, que utiliza para ello diversas herramientas, siendo la descripción una de las más poderosas. Describir un escenario no es tomar una instantánea, ni tenemos tampoco que ser demasiado exhaustivos. Es pintar un lienzo con los detalles y colores que sean estrictamente necesarios para despertar la emoción e influir en los personajes.
No hay pautas para escribir descripciones, pero si algunas reglas de sentido común. Siempre que una descripción no tenga sentido en el argumento, aporte a la trama o defina un personaje, no es necesaria. Para generar una atmósfera literaria debemos jugar con lo emocional. Esto implica una descripción intencionada, aportando los elementos que nos interesan y dejando fuera lo superfluo.
La descripción trabajando a nivel emocional: consejos
- Sé específico: comunica sin cansar o perder al lector.
- Evita el cliché: los lugares comunes y las frases hechas no definen la escena de forma original y distinta.
- Explota las diferencias: haz tu escenario único a través de la palabra. Tienes para describir metáforas, recursos gramáticos, palabras significativas, símiles, ritmo, musicalidad y muchos otros recursos. Úsalos.
- Evita la cámara lenta: No tienes que describir exhaustivamente cada rincón ni cada elemento de la acción, si no aporta.
- Pon la descripción en contexto: no describas por bloques. Es mejor entretejerla en la acción y los personajes, para ir creando la atmósfera como un todo.
- Sé consistente: la descripción tiene que guardar relación con lo que escribes antes y después. De otra forma se destruye la credibilidad. Por ejemplo, si un personaje va a usar un arma después, mejor describir que la tiene antes que aparezca por arte de magia.
Más elementos de la atmósfera literaria
Además de la descripción, puedes crear la atmósfera literaria utilizando el entorno y el escenario correctos.
Cuando hablamos de entorno, no solo nos referimos al lugar físico dónde sucede la trama. Sino, además, al periodo histórico, al nivel cultural, al marco social, la situación política y demás elementos que sitúen al lector desde el principio en dónde y cuándo se cuenta la historia. Usualmente esto se concreta en los primeros capítulos de la novela.
Luego toca el turno a los escenarios, que son los lugares físicos de la trama. Estos van cambiando (o no) en la medida que la historia se desarrolla, y puede ser estático (como una habitación) o cambiante (si el personaje va caminando por una calle, por ejemplo). Aquí vale el consejo de “muestra, no cuentes”: solo hay que entrar en detalle sobre lo que el personaje ve o con lo que interactúa.
Resumiendo, la atmósfera literaria está compuesta por muchos elementos. Pero su principal función es generar estados de ánimo y emociones en los personajes. Y, a través de ellos, en el propio lector.