Nos comunicamos mediante el lenguaje. Si nos ceñimos al lenguaje oral y escrito, encontramos que existen seis funciones del lenguaje que nos sirven para darle un sentido al contenido que estamos emitiendo. Vamos a repasar a continuación las funciones del lenguaje con ejemplos y algunos ejercicios prácticos.

¿Qué son las funciones del lenguaje?

Las funciones del lenguaje son usos que se adoptan con la finalidad de comunicar. Existen seis tipos de usos en el lenguaje (segun Jacobson), clasificados según su función, es decir, según su finalidad. Las repasamos una por una.

Función apelativa o conativa

En este caso, el emisor emite un mensaje que pretende apelar al receptor y que, a su vez, espera una respuesta por su parte. Suele tratarse de un mensaje que:

Función Expresiva o emotiva

Con esta función, el emisor marca en el lenguaje tanto sus sentimientos como deseos o emociones correspondientes.

Ejemplo de función expresiva: “te amo”. O bien: “La verdad es que se está muy bien”.

Función Metalinguística

En este caso, la función que tiene el lenguaje es la de hablar acerca de sí mismo.

Algunos ejemplos de la función metalingüistica, quizá la más compleja de entender:

Función referencial

En este caso de función del lenguaje, tenemos como objetivo informar. Se trata de una función esencial dentro del conjunto de funciones. Con esta función se busca informar al interlocutor acerca de la realidad circundante.

Ejemplo: “Los aviones vuelan”. O bien: “hoy luce el sol”.

Función Fática

Esta función se centra en el canal comunicativo y tiene por objeto iniciar, desarrollar y concluir las comunicaciones. Su objetivo es validar el canal.

Ejemplo: “Sí, estoy aquí, te escucho”. O bien: “por supuesto”. Marcadores que confirman la situación comunicativa.

Función poética

Con la función poética del lenguaje el emisor aporta un toque estético al mensaje. Se utiliza mucho en textos literarios y es fácil encontrarlo en poemas, novelas o relatos cortos.

Ejemplo: “Tres tristes tigres lloraban en un trigal”. La comunicación está salpicada por el juego poético de la aliteración, en este caso. Otro ejemplo más clásico: “había una vez una pequeña niña…”.

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